El mundo, como lo percibimos, resulta de la activación de nuestras células cerebrales. Esta afirmación es la tesis en que se basa la presente obra.
Más aún, la única diferencia entre el mundo físico y el mundo de nuestros sueños es en términos de si los estímulos que activan estas células lo hacen a través de nuestros órganos sensoriales (estímulos externos) o a través de una activación interna (estímulos internos).
Tanto la realidad que llamamos externa como la que denominamos interna son una construcción que depende de nosotros y como tal, es modificable.
El mundo y su realidad son una descripción que depende, en sus características, de nuestra estructura genética y nuestra historia personal. No podemos cambiar, por ahora, nuestra estructura genética, pero sí podemos modificar nuestra historia. En ese instante la descripción cambia y el cambio nos hace libres.
Este libro no pretende ser una demostración objetiva e irrefutable de las anteriores consideraciones, es sólo un estímulo que en algunos provocará cambios y en otros no.
Que el lector aprenda al leerlo que no dependerá de las palabras aquí consignadas, sino de él mismo.
¿Cómo percibimos la realidad?
Esta ha sido también una de las grandes preguntas, y han surgido multitud de posibles soluciones ante ella. La respuesta más intuitiva y de las primeras que nos muestra la historia es el realismo. Desde esta postura se piensa que nosotros recibimos una copia exacta de la realidad, lo que vemos, oímos y tocamos es exactamente lo que percibimos; y todos los individuos lo perciben igual.
El realismo pronto cayó por su propio peso, muchos filósofos se dieron cuenta que los sentidos no percibían la realidad de forma perfecta. Descartes y Hume incluso llegaron al punto de decir que era posible que no hubiera realidad detrás de los sentidos. Aquí aparece otra de las posibles soluciones, los sentidos nos dan un reflejo impreciso de la realidad. Ya no observamos la realidad directamente, esta premisa dice que lo que vemos es una sombra de la realidad.
Aun así podemos observas algunas deficiencias en esta última explicación. Por ejemplo a pesar de que todos tenemos los mismos sentidos, no todos percibimos lo mismo en la misma situación. Parece ser que la sombra de la realidad cambia según el individuo que la mire. Aquí es donde el constructivismo nos dice que nuestra percepción no es solo un reflejo, es algo más complejo.
La teoría constructivista nos dice que los sentidos nos aportan información de la realidad, pero esta es demasiado caótica para nuestro cerebro. Por lo tanto para poder procesar esta información, el cerebro tiene que estructurarla, y para ello categoriza toda esa información desestructurada en conceptos e interpretaciones. Con esta afirmación la realidad se vuelve algo inaccesible a nosotros.
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